Debajo del pino de un bosque


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Estuve chequeando mi blog para hacer un refreshing de las cosas lindas que me acontecen, en esos instantes mágicos.
Y me remonto a los domingos donde C y yo buscamos a un frondoso pino, que debe tener muchos años porque emana un aire de sabiduría y encanto que nos acoge cerca de un río, lejos de todo. C se tiende el césped y me ofrece su musculoso brazo para que sea mi almohada, me abraza, él duerme primero que yo y luego cierro mis ojos y cuando me despierto ya pasaron 1 o 2 horas.
Ese lugar se ha convertido para nosotros en un rincón mágico donde hacer la siesta después del almuerzo, los domingos, es un placer.


En la semana cuando viene a verme después de un día estresante de trabajo me dice "Te extrañé a ti y al pino" y luego vamos a pasear en busca de vegetación al Parque del Sur, hacemos algo tan simple como dar vueltas y conversar de lo que se nos ocurra. Un día llevé mi pareo rosado, y nos tendimos en el parque con dos botellas de jugo de durazno  y al principio sentí que la gente nos miraba, pero no nos importó y continuamos nuestro picnic.
El hecho es que C me enseña que cada instante es especial, que un pino puede ser mágico y que ir a escuchar una banda de jazz de novatos es muy divertido. A él no le importa lo que piense la gente de como uno vive su felicidad y lo lindo es que me llena de su dulzura.
Y es que estoy enamorada y me he vuelto capaz de percibir su alma a través de la luz de sus ojos.
Milagros Neyra.

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